Hoy, para seguir con las anécdotas que empezamos el otro dái con el caso de las servilletas, les quiero contar cómo un sólo inspector de Hacienda, y casi por deporte, acabó con una buena parte del fraude fiscal en los talleres de reparaciones del que hablábamos en el artÃculo anterior.
Sucedió a finales de los años ochenta y estoy convencido de que fue una especie de desplante del inspector, proque estaba a punto de jubilarse y creo que querÃa demostrarles a algunos que si no se les pillaba era porque nadie se tomaba la molestia de mirar.
Como ya se dijo, el fraude de los talleres es muy difÃcil de perseguir, proque al cliente no le interesa que le cobren el IVA y al taller no le interesa darla, para no pagar el impuesto sobre beneficios, máxime cuando algunas piezas las puede conseguir, sin IVA, en un desguace.
Pero a este inspector le salió una cosa de ojo: cuando habÃa un golpe en la calle, estaban casi siempre implicados dos vehÃculos. Uno de ellos tenÃa razón y el otro no, resultando culpable del topetazo. Por tanto, en la mayorÃa de los pequeños accidentes, habÃa dos coches que reparar. Uno lo pagaba el seguro, y el otro no. La reparación que pagaba el seguro aparecÃa casi siempre bien facturada, con su IVA correspondiente, proque en caso de no existir esa factura la compañÃa se negarìa a hacerla efectiva. Hata ahÃ, todo correcto.
El truco de nuestro hombre consistió en solictar los partes de accidente de las facturas que estaban correctas, de modo que recababa la matrÃcula del otro coche, del que habÃa sido considerado culpable y, por tanto, tenÃa que pagar su propia reparación. ¡Y maravilla! La reparación de ese coche casi nunca aparecÃa por ninguna parte. Los coches culpables se arreglaban solos.
El procedimiento a partir de ahÃ, era sencillo: Hacienda se ponÃa en contacto con el propietario de ese vehÃculo y le preguntaba dónde habÃa reaparado su coche. La gente, seguramente, podrÃa haber callado, pero casie nadie calló, por la cuenta que le traÃa. Y asà cayeron con todo el equipo más de treinta talleres en un mes de trabajo del inspector, que acto seguido, se jubiló dejando a todos los talleres de la ciudad con la imnpresión de que era mejor facturar con IVA, quisiera o no quisera el cliente.
Supongo que a estas alturas ya se habrá pasado el miedo y muchos talleres habrán vuelto a las andadas, proque ya no quedan muchos inspectores como aquel, con ganas de hacer su trabajo, aunque sólo fuese porque estaba harto de que le tomasen el pelo durante años.
[…] El viejo inspector de Hacienda y los golpes de chapa sin factura http://www.fraudefiscal.es/anecdotario-fiscal/el-viejo-inspector… por Javert hace 4 segundos […]