En esta sociedad nuestra todo se complica, y más aún lo que tiene que ver con nuestros dineros. Del viejo fraude consistente en esconder los cuartos en el calcetÃn o debajo del colchón, hemos pasado a verdaderas tecnologÃas de la elusión, pasando por la creación de moneda o medios de pago fuera de la órbita de los emisores soberanos para dejar las transacciones al margen del control administrativo y tributarios.
¿Qué ocurre por ejemplo, con las transacciones realizadas en bitcoins? ¿Quién declara los ingresos obtenidos minando algortimos a través de miles de máquinas, o los productos vendidos a través de esa moneda virtual? ¿Puede existir estafa en la prestación de servicios o en la enajenación de bienes si se utiliza el bitcoin o cualquiera de las monedas virtuales que han ido surgiendo? ¿Hasta qué punto una compañÃa privada, como Amazon, puede emitir su propia moneda y evitar asà tributar por sus beneficios en ninguna parte?
La lista de preguntas es casi infinita, y poco a poco se va ampliando con la aparición de nuevas realidades, como hemos visto en las últimas fechas en el conflicto de los taxistas contra la irrupción de UBER o de los transportistas públicos contra Blabacar. La única solución, para los particulares, parece contratar un buen abogado si se encuentran con uno de estos casos, entra en la web del despacho y comprobar si tienen experiencia en la materia.
La gente cada vez se defiende mejor, y entre eso y que todo el mundo parece muy ocupado con los casos de relumbrón, acaba pasando lo que se puede ven en esta noticia de El PaÃs.
La cuestión, como siempre, es que no te pillen contra corriente y acabes de chivo expiatorio de no sé qué campaña.
O sea todo este post vacÃo de razonamientos para poner un link patrocinado, acabas de ser eliminado del rss.