Iva reducido para la vivienda

Desde Burgos, Mónica nos deja el siguiente artículo en la sección «¿Quieres escribir con nosotros?»

Acabo de leer «El fraude fiscal y la tentación de lo fácil» y estoy completamente de acuerdo, pero, si me lo permiten, me gustaría comentar mi asombro y mi perplejidad ante ese «IVA superreducido» para la vivienda. Quizá mis dudas se deban a mi ignorancia o quizá estén justificadas, pero me gustaría compartirlas con Vds.

-Aunque los bancos necesitan liberarse de inmuebles de todo tipo, no creo que los situados en núcleos urbanos sean su mayor problema. Algunos expertos señalan el suelo, las promociones a medio terminar, las viviendas en «tierra de nadie» (en zonas sin servicios) y las típicas segundas viviendas de campo y playa como el mayor lastre. Un IVA del 4% para la adquisición de la primera vivienda no puede ayudar a vender inmuebles que en general, son poco adecuados para vivienda habitual y el suelo no se puede construir antes de vender los stocks existentes.

¿Cuál es la utilidad de esta medida? Los particulares, cuando tienen necesidad, están ofreciendo unos descuentos que dejan pálida esta minúscula rebaja, y muchos no logran deshacerse de su piso ni siquiera reventando los precios porque los bancos tienen reservado el poco crédito que dan para deshacerse de sus stocks, por cierto, a precios a menudo mucho menos atractivos que las segundas viviendas en manos de particulares.

¿Qué se pretende? ¿Acaso que los bancos rebajen un poco menos amparándose en el IVA «superreducido»? ¿Un barniz de política social de efecto nulo?

Seamos sinceros, quienes en este país no tienen ya una primera vivienda en propiedad es porque no quieren o porque su grado de solvencia no es el requerido y el IVA super… tendrá un impacto my limitado, como Vds. bien dicen.

Otro aspecto que me parece contradictorio es el hecho de que por una parte el Gobierno y la derecha pidan una reforma del mercado laboral y, por otra, no se haya hecho nada por fomentar el alquiler. La movilidad laboral, entendida como movilidad geográfica, pero también como la capacidad de cambiar de empleo dentro de la misma empresa o, simplemente, de trabajo o de empresa es INCOMPATIBLE con las «hipotecas para la eternidad» que venimos padeciendo en este país, al menos la mayoría de los trabajadores.

 

¿Quién puede pagar una hipoteca y un alquiler al mismo tiempo? ¿Quién puede vender con la suficiente agilidad su vivienda cada vez que necesita trasladarse por razones de trabajo y soportar la pérdida económica que aun en los tiempos de bonanza supone el cambio de residencia en propiedad? ¿Están las empresas dispuestas a sufragar parte de estos gastos?

Durante la crisis que estamos viviendo, en un país como EEUU, mucho más flexible y dinámico que el nuestro, se han dado numerosos casos de personas que debían elegir entre perder una posibilidad de empleo o sufrir una espantosa merma patrimonial con la venta de su vivienda.

Necesitamos una sociedad dinámica, capaz de cambiar, dotada de flexibilidad y movilidad en el sentido más amplio y si continuamos permitiendo que el sector inmobiliario sea no sólo una esponja del crédito, sino una zancadilla tan necesaria capacidad de adaptación nos veremos abocados a ahogarnos cada vez más en la ruina económica: el siglo XXI será de los «nómadas».

España necesita dinero extranjero para limpiar el stock costero, tanto vía alquiler como mediante la compra. Hay kiradas nírdicas, germanas, noruegas o danesas, mirando hacia nuestras costas. ¿Qué dicen? Muchos alemanes, ante la actual situación, cuando algunos vuelven a agitar el fantasma de la hiperinflación o de un «big-one» de la zona euro, vuelven sus ojos al sector inmobiliario como protección para su dinero. Algunos miran hacia el Sur, pero los expertos del sector les advierten que los precios deben bajar, que se exijan garantías contra defectos de construcción, que se aseguren ante la posibilidad de que las viviendas no sean terminadas o se les pida más dinero del acordado.

Sr. Rajoy, ¿qué planes tiene para explotar ese filón de la demanda y convercerles de que somos un país donde uno puede comprar una vivienda sin terminar con insomnio? Supongo que no tendrá ningún plan.

Bueno, disculpen la extensión de mi comentario, pero es que algunas personas en este país ya no pertenecemos al grupo de «indignados», sino de «aterrados». Eso es todo.

 

 

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