Ya no sabe uno que es mejor, si decir la verdad, si mentir, si mentir por gusto o decir la verdad por necesidad. La combinatoria se complica hasta unos extremos en que más que la ética (que también) se vuelve dudosa la lógica.
La anécdota con la que vengo hoy, me la contaron a mi los de www.abogadosmalaga.com  y tiene que ver con una de esas situaciones que pasan en las mejores familias o se encuentra el mejor abogado en Málaga, por mucho que quiera aconsejar a su cliente que no se meta en jaleos.
Se trataba de una empresa mediana, con alrededor de cuarenta empleados, y todo empezó cuando hubo que calcular el resultado económico anual  para pagar el Impuesto de Sociedades. Lo normal en estos casos es que el empresario trate de desgravarse hasta los palillos del bar bajo el epÃgrafe de «otros suministros» o que el teléfono de última generación de la niña esté inventariado como activo del departamento de investigación y desarrollo (en una empresa envasadora de pimientos, que también es real). Lo normal es que los patines de la bici del crÃo sea elemento auxiliares de transporte y las gafas del abuelo material óptico, sin más precisiones.
Pero en este caso no habÃa nada de eso. Nada en absoluto.  Ni una factura rara. Ni un puñetero duro de teléfono. Ni una dieta ni desplazamiento. Nada. El tÃo no se querÃa desgravar nada y habÃa metido a contabilidad todas las facturas de ingresos que no habÃa conseguido cobrar y que, muy probablemente, no cobrarÃa en su puñetera vida, incluidas las de un par de acreedores difuntos. Aquello no era raro: era rarÃsimo.
Al final, le salÃan cincuenta y tres mil euros de beneficio cuando, sin necesidad de ingenierÃa contable y ateniéndose simplemente a lo que la ley le permite, podÃa declarar seis mil euros de pérdidas. Cincuenta y tres mil euros de beneficio suponÃan, en su caso, unos diecisiete mil euros de impuestos, asà que no pude dejar de preguntarle si se habÃa vuelto loco  o pagaba por deporte, 0 patriotismo.
Y el tÃo, entonces, se encogió de hombros y me dijo que esas eran las cosas que habÃa que hacer para no cerrar, porque pronto le vencerÃa la póliza de crédito del banco y si no daba beneficios no se la renovarÃan. Es malo declarar de más, pero peor es declarar pérdidas y que te digan que los bancos no prestan a empresas en pérdidas y tener que mandar a todo el mundo para casa.
Y por lo que sé, la empresa sigue en marcha.
El banco sigue cobrando el crédito y hacienda, cuando cobra, no mira más. Todos felices…
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