Los métodos de blanqueo de dinero son tantos como pueda alcanzar la imaginación, pero uno de los más eficaces, aunque no de los más simples, es el que yo llamo método de las mil viejas y que voy a tratar de explicar a continuación. No es sencillo, porque requiere la colaboración de un empleado de la banca, y puede llegar a resultar llamativo si el banco hace una inspección a fondo de las operaciones, pero ni lo uno ni lo otro parece insalvable, razón por la que en la práctica se utiliza. De hecho, estoy seguro de que a alguno de vosotros se le ha presentado la sospecha de haber existido a una operación de este tipo.Â
La idea fundamental, como siempre, es muy sencilla: ingresar pequeñas cantidades de dinero a muchas, muchÃsimas personas, eligiendo a estas entre grupos con bajo o nulo riesgo de sufrir una inspección de Hacienda. Después, a estas personas se les retira de nuevo el dinero que se les ingresó y la operación queda cerrada con un par de explicaciones y una ganancia enorme. Tened en cuenta que se puede llegar a pagar hasta el veinticinco o el treinta por ciento del capital para convertirlo en dinero legal, asà que los posibles costes de este sistema don mucho menores a los de otros, como comprar billetes de loterÃa premiados.
Lo vemos con un ejemplo.
Tenemos que blanquear ciento veinte mil euros, por decir una cifra. Entonces nos dirigimos a dos o tres sucursales bancarias de confianza, que no tienen por qué ser tantas, y perdimos que se ingresen trescientos euros a cuatrocientos ancianos. Parece mucha, complicación, pero en realidad no lo es. A ninguna sucursal bancaria le cuesta un trabajo enorme encontrar a cien o doscientos pensionistas que limiten sus movimientos de cuenta a cobrar le pensión y retirar una pequeña cantidad cada mes.
A esos cuatrocientos ancianos, a mediados de mes, les aparece un ingreso de trescientos euros procedente de una empresa con nombre extranjero y un concepto extraño, tipo «pago presurización de extintores», o algo igualmente raro. Pocos dÃas después, a los abuelos se les pasa un recibo por la misma cantidad, con otro concepto inaudito, tipo «anulación extintores», y a quien pregunte algo se le dice que es la anulación del ingreso que se le habÃa hecho por error. Más del ochenta pro ciento de los pensionistas se conforma con esa explicación, y si se hace por cuatro o cinco euros menos que el ingreso, el porcentaje de los que callan llega casi al cien por cien, aunque es más llamativo*
Y asà queda hecho y el dinero blanqueado por un coste ridÃculo, salvo lo que haya que pagarle al director de la sucursal. ¿Habéis visto la jugada?
Alguien ingresa trescientos euros en una cuenta y pudo llevarlos en efectivo a una oficina. Las personas que reciben ese dinero no van a ser inspeccionadas, y la cantidad,m de todos modos, es pequeña. Luego esas personas, los abuelos, pagan un recibo a una empresa, que este caso SI existe, y la empresa declara esos recibos como ingresos regulares y perfectamente legales. Ya tenemos el dinero negro en circulación.
Un director de sucursal poco escrupuloso se puede sacar asà diez o quince mil euros de un golpe, o incluso más, y con una serie de precauciones (que no entraré a describir) puede realizar esta jugada sin riesgo tres o cuatro veces al año, alegando que la informática falla más que una escopeta de feria.
¿Que serÃa de nosotros sin un buen error informático al que echarle la culpa?
*Lo más curioso de este asunto es que cuando lo conocÃ, toda la discusión giraba en torno a dejar esos cuatro o cinco euros al abuelo. Lo demás estaba claro. Unos decÃan que si quedaba algo a ganar, los ancianos callarÃan aunque se lo hiciesen todos los meses, ampliando asà la capacidad del invento,  mientras que otros opinaban que eso deshacÃa la coartada del error informático, aumemntando el riesgo… En fin…
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