El último día del año es época propicia para esta clase de rankings y reflexiones, así que igual que otros hablan de la mejor película del año, del mejor vestido de fiesta, o del mejor artefacto tecnológico aparecido durante los últimos doce meses, voy a contaros yo el fraude fiscal más divertido que escuché en 2013.
Se trataba de una empresa mediana, con alrededor de treinta trabajadores, y todo empezó cuando hubo que calcular ellos beneficios anuales para el Impuesto de Sociedades. Lo normal, en estos casos, es que el empresario trate de desgravarse hasta las flores para la tumba de su madre en el día de Todos lo Santos (caso verídico), los pañales de los niños en forma de «otros suministros» o que el teléfono de última generación de la niña esté inventariado como activo del departamento de investigación y desarrollo (en una empresa envasadora de gaseosas, que también es real).
Por eso me sorprendió tanto encontrarme con un empresario que no presentaba nada de eso. Ni una factura rara. Ni un puñetero duro de teléfono. Ni una dieta ni desplazamiento. Nada. El tío no se quería desgravar nada y había metido a contabilidad todas las facturas de ingresos que no había conseguido cobrar y que, muy probablemente, no cobraría en su puñetera vida.
Al final, le salían cuarenta mil euros de beneficio cuando, sin necesidad de ingeniería contable y ateniéndose simplemente a lo que la ley le permite, podía dar dos o tres mil euros de pérdidas. Cuarenta mil euros de beneficio suponían, en su caso, unos once mil euros de impuestos, así que no pude dejar de preguntarle si se había vuelto loco o pagaba por deporte, 0 patriotismo.
Y el tío, entonces, se echó a reír. Ni patriotismo, ni deporte, ni nada de eso.
Lo que le pasaba era que pronto le vencería la póliza de crédito del banco y si no daba beneficios no se la renovarían, con lo que tendría que cerrar la empresa. Los bancos no prestan dinero a empresas en pérdidas, así que si hay que falsificar facturas, se falsifican, pero de ingresos. A Hacienda no le importa una mierda cuando hinchas los ingresos, a no ser que piensen que estás blanqueando dinero,. Y ahora, con la que está cayendo, ni así. Lo que quieren es que pagues, y si pagas están más contentos que el copón. Eso me dijo.
Y le funcionó.
Pagó los once mil euros de impuesto de sociedades y el banco le renovó el crédito.
¿Fraude fiscal? Sí, por supuesto, pero sin merma de ingresos tributarios, sino todo lo contrario.
Vivir para ver…
¡Feliz Año Nuevo!
No es fraude fiscal, es «comisión por renovación de linea de crédito» con el estado como beneficiario.